viernes, 22 de mayo de 2009

La serrana

En aquella, lejana, cálida mañana de primavera, yo, un gordinflón pastor del pueblo desperté con un gran bostezo. Me esperaba una larga mañana de pastoreo, pero todo esto no me hundía porque era la forma en la que podía apreciar la belleza de mi amada serrana, mientras los dos paseábamos por los prados viendo a las ovejas pastar.

Y no siendo muy agraciado respecto al físico había tenido mucha suerte, me había casado con la serrana mas hermosa de este pequeño pueblo, y gracias a eso era el hombre más feliz del mundo. Pero ese día no fue como los demás, esa mañana pude divisar a lo lejos a un fornido caballero en su gran caballo blanco, galopando hacia el pueblo.

Fui como un rayo a casa de mi amada, a marcar mi territorio, por así decirlo, pero llegaba tarde, me encontré con una apestosa imagen en la que el estúpido caballero cortejaba a mi serranita. En ese mismo instante corrí hacia allí para no perderla y luchar hasta el último momento contra él. Pero cuando llegue...

-Perdone pero usted está cortejando a una mujer enamorada.- Dije.

-Sí, en efecto desde ahora esta mujer vendrá conmigo a la aventura y las riquezas con las que podrá gozar. Ella misma ha admitido mi propuesta con toda gana. Búsquese a otra mujer regordeta que no le puedan sacar.-Dijo el hombre entre carcajadas.

-¿Es eso cierto, querida?

-Lo siento, te quiero - dijo con cara de tristeza la serrana- , pero no eres mi amado, serás un buen amigo de consejos.

-NO! Aquí no vuelvas, y aquí me refiero a mi lado. Te desprecio, sucia arpía.

El caballero, victorioso moralmente se fue de la ciudad con su preciosa compañera la que en un pasado me había pertenecido.

Días después estos dos personajes caminaban por el campo en busca de comida, ya que sus ricas provisiones acababan de terminar y tubieron que ir a buscar más para sobrevivir... (ojalá se hubiesen muerto de hambre)

-Querida, después de todo este viaje que nos queda al ser dos será mejor que vayamos por separado y así terminaremos antes con más provisiones.

-Evidentemente, ¿Como puede ser usted tan inteligente y hermoso a la vez?

-Nos encontraremos aquí cuando el sol se ponga y retomaremos el camino.

-Hasta pronto amor, no será fácil estar tanto tiempo sin ti, pero que todo sea por nuestro casamiento en su gran castillo. - dijo, y después le soltó la mano-.

Tras una larga recolección de todo objeto comestible que pudiese alcanzar el desconsiderado caballero vio a lo lejos una pequeña morada sucia y destartalada. Se acercó a ella por el simple hecho de curiosear.
Al acercarse pudo ver a través de la sucia ventana una hermosa vagabunda, que a pesar de aquella casa ella estaba impecable. A sus ojos semejaba un ángel.
No se resistió y llamó a la puerta con intención de entrar a conocer a aquella belleza, incluso mas bella que la serrana.

-Toc, toc... ¿Puedo pasar bonita chiquilla?

-¿Quién es usted y a que viene? Tengo poco no hay nada que le pueda interesar.

-No vengo por sus pertenencias. Vengo a conocer a esa bella persona que se ve a través de la ventana.

-La chica acercándose a la ventana pudo observar que era un caballero y abrió la puerta- Hola... Me llamo Idaia. ¿Que desea vuesa merced?

-Ya os lo he dicho, deseo conocerla.

-Espere, puede sentarse aquí - iba recogiendo todos los periódicos sucios y espantó al gato negro que descansaba encima de ese destartalado sillón, pero entro todo esto tropezó con un gran candelabro viejo.

-Espere que le ayudo a lenvantarse. - Al recoger a ese ángel caído del cielo sus caras se acercaron tanto que no pudo resistirse y la besó. Lo que ocurrió aquel día fue escondido bajo aquel polvo. Pero no lo suficiente porque...

En ese momento apareció la serranita...

- Oh dios mio, que gente es esta que son tan depravados como para hacer esto en medio del monte. - En ese momento se acercó más y pudo ver el rostro de aquel hombre envuelto en sudor. - ¡No puede ser! ¿QUE ESTÁS HACIENDO? ¡Vístete, dios bendito sálvame!

-Lo siento querida a sido un desliz, pero es que es más bella que tú, he podido saber que no eres lo suficientemente importante para mi, lo siento.

-Y ahora... ¿Que haré? ¿Como volveré a mi pueblo?

-Tú sabrás lo que debes de hacer...

Entonces la serrana corrió a toda la velocidad que pudo alcanzar, que no era poca, y pudo apoderarse del corcel del caballero y escapar entre lágrimas.
Mucho tiempo después pudo ver la silueta de aquel pueblo bajo la puesta de sol. Y recordó con quien pasó su vida en ese lugar. La persona a la que amaba. Y se dirigió a aquel campo en el que en ese mismo momento estaría yo. Su antiguo amor.
Entonces pude escuchar...

-¡TE AMO!

Y a pesar de mi alegría al ver que ella había vuelto, renuncié a su amor. Y ella se transformó con los años en una gorda mujer sola y a la que nadie quería.

Por eso en estos momentos escribo este libro. Cada uno tiene lo que se merece. Y si en algún momento alguien te abandona por cualquier razón, tanto si es por una persona, por un problema o por la simple fiesta de la noche a noche, se arrepentirán, y si no es así tendrán lo que se merecen...

Algun día...

1 comentario:

mago merlín dijo...

Muy bien, bruja. Me gusta el tono irónico: el narrador va a casa de su amada "a marcar territorio, por así decirlo"; La infiel serrana y su amante buscan provisiones y el narrador apunta "ojalá se murieran de hambre"; "Lo que ocurrió aquel día quedó escondido en el polvo. Pero no lo suficiente porque..."
El narrador es gordito, pero divertido. La serrana se lo pierde.
También me gusta la manera indirecta de describir la casa de la vagabunda: los periódicos tirados, el gato negro... ¿era una bruja? (Sería lo que se merece el odioso caballero guaperas.)
Un saludo.